Tras dos primera temporadas excepcionales los creadores de Homeland tenían ante sí el reto de seguir haciendo a la serie interesante y atractiva para los espectadores. No era una tarea fácil, cosa que se ha demostrado en los primeros capítulos de esta temporada.
El final de la segunda temporada nos dejó con algo que no vimos en el final de la primera: un atentado, y cuando menos nos lo esperábamos. Tras el atentado Brody es el objetivo de la CIA y Carrie quiere demostrar su inocencia, justamente lo contrario a lo que pasaba en la primera . Brody tiene que huir del país y Saul se hace con la dirección del servicio de inteligencia.
Como hemos dicho, esta tercera temporada empieza muy floja. En los primeros capítulos llevan hasta la saciedad la interpretación de Carrie, que sí, que está muy bien que Claire Danes ponga esas caras demostrando la enfermedad del personaje, y lo gran actriz que es, pero si lo haces en cada capítulo la cosa ya no tiene mucha gracia. Y luego está el gran fallo que han cometido los guionistas, al menos así parece ser de momento, al darle tanto protagonismo a la hija de Brody. Está claro que la visión de la familia es importante y es una parte de la historia que se debe contar, pero no sé si la manera en que la están haciendo es la mejor.
Curioso también es que Brody tarde tanto en salir y cuando sale tampoco sabemos muy bien como ha llegado hasta donde está, aunque eso, estoy seguro, lo acabaremos sabiendo. De momento la trama de Brody no sabemos muy bien hacia donde se dirige, aunque aún es pronto para saber más cosas. Y en cuanto al tercer protagonista: Saul, vemos como su vida personal pasa otro altibajo (de nuevo) y su situación laboral tampoco es la mejor, pues cuando daba por hecho que sería el director de la CIA descubre que no será así.
Los primeros capítulos de esta temporada han sido flojos, uno no se acababa de situar a donde querían llegar los guionistas, pero como Homeland nos ha dado muchas alegrías se ha ganado una concesión de tiempo y darles ese tiempo a ver si lo que hizo a Homeland grande puede volver, y la esperanza de ver que todo eso cambiaría, de que Homeland volvería por sus derroteros habituales, empieza a verse a partir del capítulo cuarto, cuando descubrimos que la entrada de Carrie al psiquiátrico y el papel de Saul ante la comisión es todo una farsa, un juego, una estrategia ideada para descubrir a los responsables del atentado de Langley, que es lo que esperábamos en esta temporada.
Tras este análisis de lo que ha sido esta tercera temporada pasaremos a comentar, con más detalle el octavo capítulo de esta última temporada de la serie de Showtime.
La primera gran noticia de este capítulo es la no aparición de Dana en él, y ya van dos capítulos seguidos, aunque eso abre a la puerta a que en el siguiente episodio, con casi total seguridad, aparecerá de nuevo la adolescente cansina en la pantalla, por lo que igual pierde ese tono ascendente que estaba llevando la serie, aunque siempre podemos esperar algún giro argumental que haga de esa trama algo interesante.
No sé si será la no aparición de Dana, pero lo que veo es que en este capítulo se puede observar el auténtico Homeland. Lo que ya intuimos en el anterior con este se confirma: Homeland ha vuelto en su esencia, y esperemos que para quedarse. La esencia de Homeland son los espías, las tramas encubiertas, los dobles juegos, y creo que esa esencia perdida, sobre todo en los primeros capítulos, los guionistas la están retomando de nuevo de manera muy acertada.
Las historias secundarias en este capítulo, como pueden ser la historia de Saul y su mujer, o la de Fara, son historias que vemos como aportan sentido a la narración principal de la trama, o por lo menos resultan interesantes por ellas mismas. Sin duda alguna, respecto a estas tramas, lo más sorprendente es descubrir que el amante de Mira Berenson es un espía, ¿para quién? De momento no lo sabemos. Y es esto lo que nos gusta de esta serie, esa forma de atar los cabos, esa manera de hacernos creer que algo no es relevante y que luego veamos que tiene un peso específico mayor del que creíamos (es aquí donde confío en los guionistas que harán que toda la paja de los primeros capítulos haya servido para algo).
A Carrie la tenemos haciendo lo que más le gusta, haciendo lo que mejor sabe: ser espía, estar en las operaciones y ser parte crucial de ellas. De hecho vemos como su gran personalidad aparece de nuevo, su decisión de tomar parte activa y de intervenir si es necesario, en este caso para detener que Franklin mate a la persona que movió el coche de Brody en el atentado de Langley. Su decisión de intervenir le cuesta un disparo por parte de Queen, trasladándola al Hospital.
Sinceramente, que ese don nadie sea uno de los activistas principales del atentado del final de la segunda temporada no me acaba de cuadrar. Lo vería algo con muy poco estilo para esta serie. De hecho, a Carrie algo no le huele bien, y por eso pregunta por Saul cuando la están llevando al hospital.
Y es cuando llegamos al final, un final que abre muchas incógnitas. Vemos como Saul paga la recompensa para “capturar” a Brody. ¿Qué hará con él? ¿No se supone que a Brody lo tenían a salvo? Parece ser que a partir de ahora el papel de Brody en la trama irá cogiendo más consistencia, algunos lo echaban de menos, otros lo consideran un personaje totalmente prescindible, pero lo que sí es seguro es que Brody y Homeland han vuelto.