
Crítica de la Segunda Temporada de Hannibal: Rozando la Excelencia.
La primera temporada de Hannibal maravilló a medio mundo audiovisual por varias razones, siendo su particular estética y su marcada personalidad visual las más destacadas. De hecho, Bryan Fuller es un autor que destaca precisamente por esa personalidad visual que le da a todos sus productos, desde Dead Like Me hasta Pushing Daisies pasando también por Wonderfalls, el intento fallido de Mockingbird Lane y, como no, Hannibal, aunque evidentemente cada una cuenta con una huella particular y única. Su segunda temporada no ha confirmado ese éxito de crítica sino que creo que lo ha superado, manteniendo una estructura muy similar a la anterior pero alargando los límites de lo que se puede ver en televisión.
Porque sí, las cadenas de cable tienen mucha libertad y siempre nos ofrecen muchas escenas de sexo y, sobretodo, violencia explícita, pero el caso de Hannibal tiene mucho más mérito por ser NBC, una network, su emisora. Además, la violencia y la sangre en Hannibal no son gratuitas, obedecen a una clara funcionalidad estética y visual que convierte al espectador en cómplice de las mayores aberraciones que se han podido ver en una pantalla de televisión en mucho tiempo. Imágenes como la de un hombre mutilado y encajado a la perfección en un esqueleto animal no son propias ni siquiera de los canales de cable (con las excepciones de HBO y, quizás, Starz), por lo que la valentía de Fuller, de su equipo y de NBC es de admirar. Pasemos ahora a valorar la segunda temporada de la serie, que nos ha dejado mucho y muy bueno de cara a la tercera temporada, ya confirmada, que llegará en 2015. Aviso que algunas de las imágenes utilizadas en este post son muy explícitas, pero si estáis leyendo esto deduzco que veis Hannibal y por lo tanto estáis curados de espanto.
(A partir de aquí spoilers de la segunda temporada de Hannibal)

Hannibal comenzó temporada con los papeles de los dos protagonistas cambiados: Will Graham (Hugh Dancy) encerrado en un manicomio (y con la mítica máscara de las películas) mientras Hannibal (Mads Mikkelsen) se pasea por las escenas de los crímenes del FBI como consultor. A pesar de que Will acusa directamente a Hannibal, éste monta una de sus argucias para que Will quede libre e intentar convertirlo de nuevo en amigo, algo que consigue aunque a medias. Will, con la ayuda de Jack (Laurence Fishburne) e incluso de Freddie Lounds (Lara Jean Chorostecki), la periodista, ha trazado un elaborado plan para atraer a Hannibal y poder cazarlo, ya que hasta ahora Lecter se ha mostrado infalible cubriendo sus huellas. Uno de los aspectos menos conseguidos de esta temporada es ese cambio de personalidad de Will, que pareció muy forzada cuando ocurrió y pilló a más de uno por sorpresa (recordemos que esa estratagema de Will era solo suya, ni siquiera el espectador la conocía), aunque finalmente todo cobró sentido al descubrir sus planes.

Como digo, un cambio brusco en Will que no queda coherente con lo visto y provoca en muchos espectadores una sensación de rareza durante varios capítulos pero que considero muy adecuado a nivel narrativo. La única manera de que Will consiguiera su objetivo era engañar totalmente a Hannibal, y para ello debía engañar también al espectador. A pesar de que nos podíamos oler algo, no es hasta la aparición de Freddie ante Alana (Caroline Dhavernas) cuando deducimos que todo era un plan, pero precisamente también es en ese momento cuando Hannibal «huele» algo raro en Will y le descubre.
Durante toda la segunda temporada hemos visto como la relación Hannibal-Will ha ido evolucionando, desde enemigos declarados, pasando por paciente-terapeuta otra vez y terminando en ambos asesinando juntos, algo necesario si Will quería contar con su confianza. Por ello, fingió el asesinato de Freddie Lounds, lo único que hizo ver la luz a la doctora Alana Bloom, otro de esos personajes a los que casi todo el mundo termina odiando. Sus idas y venidas esta temporada han sido otro de los aspectos negativos de la serie ya que quitaba la atención de dónde realmente estaba.

Hacia mitad de temporada se añadió una nueva trama horizontal, la de los hermanos Verger, que contribuyó a ese paso final en la relación de Hannibal y de Will, especialmente gracias al papel de Margot (Katharine Isabelle), y que además nos ha dejado alguno de los momentos más macabros de toda la serie, como ver al propio Mason (Michael Pitt) cortarse trozos de carne de su propia cara para alimentar a los perros.
Esa evolución de personajes termina cuando Hannibal huele (recordemos que tiene un finísimo olfato) a Freddie Lounds en la chaqueta de Will semanas después de haber muerto supuestamente, por lo que se destapa su traición. Aun así, Hannibal le perdona a la espera de una visita de Jack Crowford, dispuesto a dar su propia vida por capturar al “Chesapeake Ripper”. Su lucha es una muestra excepcional de lo que es la serie, una coreografía de movimientos perfectamente ejecutada tanto por parte de los actores como por las cámaras, el montaje, la edición y la banda sonora. Una banda sonora que nos ha tenido durante los primeros veinte minutos del final con una tensión constante y creciente a causa del tick-tack de un reloj. Otra cosa quizás no, pero a experiencia visual y a banda sonora hoy por hoy nadie gana a Hannibal.

Alana Bloom ha sido víctima de Abigail Hobbs en uno de los giros más importantes de la temporada. Un personaje que se presumía muerto y que demuestra que Hannibal siempre es el primero en tener ideas, haciendo lo mismo que ha hecho Will con Freddie esta temporada y manteniéndola viva. Alana ha terminado saltando por una de las ventanas de la casa de Lecter, sumándose así a Jack en esa lista de personajes al borde de la muerte. Abigail ha terminado muriendo a manos de Hannibal en otro de los aspectos más chocantes de la temporada. ¿Para qué reservarse una jugada como esta para terminar matándola? Encima, Abigail ha muerto delante de Will después de que él también fuera atacado y apuñalado por Lecter, aumentando así su dolor y su impotencia. Finalmente, Hannibal ha escapado de la trampa dejando a Abigail muerta y a Jack, Will y Alana al borde del abismo en su particular Boda Roja (¿o quizás debería decir Cena Roja?), dejando a los espectadores con el corazón en un puño y sin saber si sobrevivirán.


Como conclusión a esta crítica quiero comentar una vez más la facilidad que tiene Hannibal para hacernos cómplices de las mayores aberraciones posibles siempre gracias a una estética visual hipnotizadora y una de las mejores bandas sonoras de las series actuales. En otras series como Dexter, el espectador era cómplice de los asesinatos del protagonista pero porque de alguna manera se justificaban esas acciones. En el caso de Hannibal no hay justificación posible, Hannibal es malvado, todo lo que hace lo hace por diversión y goce personal y no hay ningún resquicio de humanidad en él, por lo que no deberíamos sentir absolutamente nada por él y sí mucha repulsión por sus actos. Pero como he comentado, la decoración, la música y la belleza artística y visual de todos los planos que conforman Hannibal atrapan al espectador y le hacen cómplice de sus actos. No queremos mirar, sabemos que lo que estamos viendo es un horror, pero somos incapaces de apartar la mirada ante tanta belleza. Bryan Fuller ha conseguido convertir la violencia, la sangre y la barbarie en puro arte visual y nosotros también somos cómplices de ello.

Ahora nos queda un año para teorizar sobre el futuro de los personajes al borde de la muerte y del futuro del propio Hannibal. ¿Conseguirá atraparlo el FBI? Los que hemos visto alguna de las películas ya sabemos la respuesta. Hannibal siempre se ha salido con la suya y Will y compañía ya han perdido el factor sorpresa también. Esperemos que su tercera temporada mantenga como mínimo el nivel de esta segunda (superarlo es difícil) y que nos dé momentos como su final. De hecho, creo que no me equivocaría si afirmase que los últimos 15 capítulos de “Mizumono” son los mejores minutos que hemos visto en toda la temporada televisiva 2013-2014.
Review Overview
9,5 - EXCELENTE
EXCELENTE
Hannibal roza la excelencia audiovisual gracias al trabajo de Bryan Fuller, que crea una personalidad propia gracias a su estética, su banda sonora y unas actuaciones admirables.