Crítica de la primera temporada de Dark Matter

Si durante los últimos meses he ido dando mucha caña a Syfy por la baja calidad de sus producciones (algo totalmente justificable cuando se pasa de series entretenidas a producciones trash), ahora tengo que aminorar la marcha y hacer una excepción con la primera temporada de Dark Matter. En esta ocasión, la cadena nos ha regalado un producto que gana enteros a medida que avanza y un guión que sin merecer un premio importante, ha sabido darnos una ciencia ficción nada cutre. Gracias.

Así, la aventura de los seis desconocidos que se despertaban en la nave Raza sin saber quiénes eran unos y otros, ha acabando desvelando el pasado de casi todos los miembros y esa inclusión les ha dado a los personajes relieve y profundidad suficiente para implicar al público con ellos. Ya nos lo decía Alex Mallari Jr en la entrevista que nos concedió después del segundo capítulo: «lo mejor está por llegar»

Es por esa evolución positiva, esa búsqueda constante de acción y marcha la que más me gusta de la primera temporada de Dark Matter. La ficción huye de la comparación con Firefly, incluso con otras como Babylon 5, Farscape o BattleStar Galactica, no han incluido especies alienígenas y tampoco han mostrado mucho de política intergaláctica. Aquí, lo importante, son los mercenarios de Raza y sus historias, o su futuro.

Mención especial merece Androide, robot encarnado por Zoie Palmer y que nos los momentos más curiosos y únicos a lo largo de la temporada, de su lucha constante por rechazar el ‘defecto’ de tener sentimientos y por su incursión a lo Rambo en las instalaciones científicas en el capítulo 1×10.

Lo dicho, la primera temporada de Dark Matter es atrayente y tiene mucho por delante por mejorar, pero hasta ahora, nos es suficiente tener una serie con unas pretensiones normales para el presupuesto y el equipo que tiene. Y nosotros tan contentos por ello.

Tráiler de la primera temporada de Dark Matter