Netflix publica por fin su nueva serie basada en la conocidísima y clásica saga de videojuegos ‘Castlevania’, y nos hemos llevado una grata sorpresa con ella. Las adaptaciones de videojuego a pequeña y gran pantalla resultan casi siempre en productos mediocres, que ni tan siquiera alcanzan a satisfacer al fan service. Castlevania no peca de este problema y no solo ofrece una obra fiel al material original, sino que además es una serie disfrutable por cualquier aficionado al horror gótico y a las obras audiovisuales vampíricas. Adentrémonos en lo más profundo del misterioso castillo del Conde Drácula para ver qué nos ofrece.
Die monster! You don’t belong in this world!
Una cosa debe quedar clara: aunque aquí repiten algunos personajes de la novela original como el mismísimo conde Drácula, esto no es el libro de Bram Stoker. ‘Castlevania’ nació como videojuego allá por el año 1986 con la sencilla premisa de la ancestral lucha del clan Belmont (una familia de cazavampiros) contra Drácula. La trama ganó en complejidad a lo largo de sus casi 30 juegos publicados desde entonces, y se ha diferenciado de la obra original creando un universo único.
Para la realización de esta serie se ha optado acertadamente por la animación, dada la complejidad del universo que se pretende representar. La trama se ha centrado en el videojuego ‘Castlevania 3 Dracula’s Curse’, entrega que llegó en 1989 como precuela de la original y que por tanto, es la primera en la línea temporal. La fidelidad al material original es digna de elogio, y realmente parece que nos encontremos dentro de cualquier juego de la saga. Dado que la premisa argumental de esta entrega era algo pobre, se ha extendido con nuevas tramas y personajes para enriquecer la obra.
En la serie, ambientada en el ficticio país de Wallachia en 1476, se nos explica la historia del diabólico vampiro Drácula, el cual decide dar una oportunidad a la humanidad tras caer enamorado de la científica Lisa Tepes. Tras ser falsamente acusada de brujería por los poderes clericales, Lisa es quemada viva, y Drácula decide liberar un ejército de criaturas infernales en la tierra para vengar su muerte. A partir de ahí, conoceremos a Trevor Belmont, último de su estirpe capaz de enfrentarse a Drácula con el reconocible látigo “vampire killer”, a la hechicera Sypha y a Alucard, de los cuales no hablaremos más para no destripar la trama.

El estilo de animación americano le sienta estupendamente a Castlevania, aunque la calidad de la misma a veces deja mucho que desear. No es que el dibujo no esté al nivel, es que no se mueve de la manera adecuada. La atención al detalle es importante en una obra a ratos tan pausada como es esta primera temporada, y en ocasiones se aprecian dibujos superpuestos que no deberían estar ahí, o problemas de perspectiva, o simplemente se echan de menos algunos frames extra en la animación y más movimiento de fondo. Sin embargo, hay que reconocer que las escenas de acción están por lo general muy bien resueltas, y son trepidantes, interesantes y a veces muy, muy, MUY sangrientas. Nada que objetar al apartado sonoro, donde Richard Armitage (alias Thorin Escudo de Roble) pone voz fantásticamente al personaje principal.
La serie cuenta con tan solo cuatro episodios de algo menos de 25 minutos de duración cada uno, y es su principal punto flaco: debido al escaso tiempo del que disponen para exponer su idea, este es dedicado a introducir detalladamente el universo y los personajes, lo cual sería interesante si la temporada no finalizara justo en el momento en el que parece que la historia va a arrancar. La serie es una larguísima introducción sin nudo ni desenlace, un ‘coitus interruptus’ en toda regla. La chicha ha quedado relegada a una futura segunda temporada (que afortunadamente, contará con ocho episodios).

El ritmo de ‘Castlevania’ es además muy irregular, con largos monólogos enlazados unos con otros del episodio 1 al 3 que se repiten hasta la saciedad: ya sabemos que el malo de esta temporada (que no es Drácula) es muy malo, y que los buenos son muy buenos, ¿es necesario repetirlo agónicamente durante varios minutos en todos y cada uno de los episodios? El cuarto episodio por fin logra alcanzar un balance entre acción y diálogos interesantes que, esta vez sí, hacen avanzar la trama, pero como hemos dicho te deja con la miel en los labios, justo cuando parece que la serie arranca. Además, en las pocas ocasiones en las que se intenta aportar un toque cómico, no puedo evitar sentir un escalofrío de vergüenza ajena, como en la bochornosa pelea de taberna que nos encontramos en el episodio 2. Quizá una patada en las partes nobles resulte en una sonrisa del espectador, pero después de que lo hagan cinco veces seguidas ya cansa.
‘Castlevania’ es en resumen un acercamiento positivo entre los mundos del videojuego y las series que en efecto, hace cosas mal, pero es una iniciativa valiente que por suerte ha sabido encontrar su público. Es un diamante pequeñito, sin pulir pero con un potencial enorme, si Netflix decide tirar de talonario. Esperamos grandes cosas de su segunda temporada.