Crítica de Allegiance (NBC)

 Crítica de Allegiance (NBC)

Hace ya varias semanas que NBC estrenó su nueva propuesta para relanzar las audiencias de sus jueves, aunque como viene siendo costumbre últimamente no funcionó. Se trata de Allegiance, un drama sobre conspiraciones y espías rusos, ex-agentes de la KGB que todavía operan en suelo americano en la actualidad. ¿Os suena de algo? Pues sí, Allegiance podría colar perfectamente como secuela de The Americans (FX) haciendo un gran salto hasta la actualidad. Como mínimo en su idea, ya que su ejecución no tiene nada que ver con la original de FX.

Allegiance nos trae a la familia O’Connor, aparentemente una familia normal que vive en Estados Unidos pero que en realidad está formada por dos ex-agentes de la KGB y sus tres hijos, una de ellas también trabajando para el gobierno ruso y otro de ellos recién contratado por la CIA. Es precisamente el nuevo empleo del hijo mediano de la familia lo que llama la atención del gobierno ruso, que quiere aprovecharse de su trabajo para reclutarle y tener a un topo dentro de la organización de inteligencia más importantes en Estados Unidos. El problema es que Alex (Gavin Stenhouse) sufre de un síndrome que le hace comportarse de forma distinta al resto de personas. No habló hasta pasados muchos años (y cuando lo hizo, lo hizo a la perfección), y también estuvo varios años sin andar a pesar de saber hacerlo. Su mente funciona de forma distinta y reclutarle a estas alturas podría ser muy peligroso.

Sus padres, Katya (Hope Davis) y Mark (Scott) trabajaron para la KGB años atrás pero dieron sus misiones por terminadas porque su hijo necesitaba de su atención. En la actualidad se ven obligados a volver a ejercer con tal de que su hijo quede al margen de todo, ya que como los rusos no pueden reclutarle porque su reacción sería imprevisible, ellos mismos se ofrecen a espiar a su propio hijo y monitorizar sus actividades con la CIA para luego dar el chivatazo. Todo para que su hijo quede al margen y no  sepa (almenos todavía) el pasado de sus padres. Su hermana Natalie (Margarita Levieva) también fue reclutada hace años por los rusos.

Como punto de partida no es una mala idea, pero fallan al sacarle un interés a esta historia. Las intenciones rusas no quedan nada claras y las reacciones de los padres de Alex tampoco tienen mucha lógica por mucho que quisieran ocultar la verdad sobre su pasado. La historia comienza con la muerte de un ex-KGB amigo de la familia y que se supone que disponía de información muy importante que podría hundir a los agentes de la organización que trabajaron y todavía están en territorio americano, y eso incluye a Katya y Mark. Esa razón habría sido suficiente para meterles a ambos de nuevo en la organización, a modo de auto-protección al descubrir la muerte de su amigo, pero habría sido más interesante ver cómo mientras sus padres intentan cubrir sus pasos por un lado, su hijo les seguía el rastro desde el lado contrario.

De la forma en que lo han hecho han perdido gran potencial para ver la evolución de la situación y nos han dado las cosas masticadas y hechas nada más empezar. Además, el hijo no tardará mucho en atar algunos cabos y descubrir que sus padres ocultan algo, por lo que terminan metiéndonos con calzador una historia familiar con la que es imposible sentirse identificado tan pronto. Como decía, como idea no está mal, y de hecho como secuela oficial de The Americans sería el primero en verla, pero no han sabido ejecutarla del todo bien y las audiencias han terminado de rematarla.

La serie fue cancelada y tan sólo ha emitido 5 episodios sin saber si el resto se llegarán a emitir, aunque probablemente no le importe a casi nadie. En definitiva, nos encontramos con un piloto simplemente correcto pero que carece de interés para el espectador, y eso en una temporada llena de novedades y con bastantes nuevas series funcionando en audiencias, nunca es bueno.