Quizá nadie recuerde que en Hijos de los hombres, el P. D. James de 1993 dibujó un mapa socio-político bastante a la altura de nuestra coyuntura actual, fundamentalismo arriba, radicalismo abajo. Una suerte de retorcimiento orwelliano sobre la mayor tragedia humanística: ¿qué será del planeta si mañana la tasa de natalidad desciende hasta sumergirse en el lodo ad eternum? ¿cómo interpretarán esto los poderes fácticos? ¿qué oportunidades tienen las mujeres todavía fértiles? Cuestiones, entre un buen puñado, que indican hacia dónde viajaríamos si la raza que estuviese en peligro de extinción, y con ella su supremacía, fuese la que siempre ha protegido y aniquilado al resto. Sin embargo, lo que casi todo el mundo recuerda es el magnífico plano-secuencia que Alfonso Cuarón, «el Chivo» Lubezki y el cámara David Armstrong construyeron para las vitrinas de la cinematografía. Aquel en el que un malogrado héroe de guerra idiosincrática por fin se daba cuenta de lo peligroso que era no tener un relevo generacional. De la misma manera, pero adelantándose nueve años al autor original, Margaret Atwood pergeñó de muy buenos modos la trama que hoy nos regalan Hulu y HBO España en formato televisivo -recuerda que el primer mes es gratuito. The Handmaid’s Tale juega con la misma concepción de un futuro poblado de individuos obsesionados consigo mismos, entregados a lo que el catolicismo aprobaría en etiquetar como pecados imperdonables, lanzados en manada hacia un mundo virtual en las antípodas de la realidad más palpable -los bebés corpóreos-, quienes abandonaron hace tiempo la posibilidad de perpetuar a la especie.
De alguna manera, Atwood conocía los caminos que nos conducirían a aceptar como válida una identidad configurada en clave contracultural; muy en sintonía con lo que fueron los ochenta para el mundo occidental. Lo que adaptan Reed Morano, Bruce Miller y compañía es un triunfo clarividente acerca de nosotros como sujeto social en constante autodestrucción, y que queda registrado en cada plano de una Elisabeth Moss retrato fidedigno de la lucha interna entre explotar e implosionar. Mientras presiona el acelerador interpretativo saldando cuentas pendientes con sus detractores, el espectador trata de acercarse a ella para responsabilizarse de sus prioridades personales, tratando de mirar no desde una distancia irónica, sino a través de un más que posible destino. Nunca antes una serie futurista con los niveles de drama por las nubes había sido capaz, con permiso de Black Mirror, de plantear una distopía tan plausible. Pero existe una gran diferencia entre lo que HBO España y Hulu están orgullosas de mostrar y el material de Cuarón: el hecho de que en Hijos de los Hombres no hay espacio para la sospecha, mientras que The Handmaid’s Tale esconde paradojas y algún que otro cul-de-sac sociológico. Con este panorama, se hace inevitable entender todo como una broma infinita en la que, glups, de repente asistimos a cómo las violaciones no reguladas se penan con la muerte. De modo que no importa lo más mínimo sacudir del mundo a un hombre, pues sólo los elegidos a golpe de fe (y algo de dinero suelto) están en disposición de plantar su semen en la vagina de una de las pocas mujeres fértiles en la Tierra. Sí, en cambio, está vigilado con lupa cada movimiento de estas concubinas aferradas a su propio fundamentalismo.
Así las cosas, a The Handmaid’s Tale sólo se le puede agradecer el mostrarnos la vía para retroceder no tantos años, cuando la mujer estaba obligada a callar y obedecer; a criar, servir y educar en el miedo al otro; no sólo para desconcertarnos, sino para que no nos estrellemos contra semejante hiperrealidad de otro tiempo. El de un Estado teocrático aquí edificado sobre escenas de una belleza impecable, a ritmo de perturbación por minuto, planos simétricos y una profundidad moral que demuestra, sin demasiado esfuerzo, que ese fenómeno cíclico de gestación subrogada algún día puede ser posible. En cierto modo, la ficción de Hulu se acerca bastante a las formas de narrar y exponer perspectivas que tanto éxito le han brindado a una serie como Mr. Robot. No por nada adquiere sumo protagonismo el género literario al que los guionistas obligan a cargar con todo el peso de la trama, y que mejor se describe con primeros planos: el monólogo interior (en este caso) de June. HBO España se apunta, presumiblemente, un gran tanto en su escalada por ser paradigma absoluto de las grandes plataformas de televisión online, tanto que incluso podríamos estar hablando del mejor argumento para pensar que la compañía tiene el futuro en sus manos.
Tráiler de ‘The Handmaid’s Tale’