Tras el rotundo éxito de crítica y audiencia de ’13 reasons why’ (Por trece razones), y a pesar de los discretos resultados en redes sociales de ‘Girlboss’ y ‘Nowhere Boys’, ahora llega a España y al mundo entero ‘Las chicas del cable’, que ha firmado por dos temporadas de ocho episodios en la plataforma de vídeo bajo demanda.
Nos situamos en el año 1929 en Madrid, tras la apertura de la empresa telefónica que revolucionará el mundo de las telecomunicaciones. La historia narra el giro que toma la vida de cuatro jóvenes de diferente procedencia que quieren ver sus sueños hechos realidad. Sus diferentes historias tienen el nexo común de que están atadas por su familia, su pareja o sus recuerdos.
Así se nos presenta ‘Las chicas del cable’, que tiene detrás de la producción a Ramón Campos, uno de los mayores y mejores productores ejecutivos de España de la mano de Bambú Producciones, acompañado por Teresa Fernández-Valdés (co-creadora) y Carlos Sedes y David Pinillos; a Ramón Campos, Teresa Fernández-Valdés y Gema R. Neira en el guion y a Blanca Suárez, Maggie Civantos, Ana Fernández, Nadia de Santiago,Ana Polvorosa, Yon González, Martiño Rivas, Nico Romero, Borja Luna, Sergio Mur y Concha Velasco como elenco principal. Así, la serie tiene a priori todos los elementos para ser una de las series que marque una época en la ficción española. O tenía.
A pesar del salto cualitativo que las series españolas han experimentado el último lustro, todavía hay apuestas muy conservadoras y que recuerdan en exceso a series no tan lejanas en el tiempo. En este caso, ‘Las chicas del cable’ bebe mucho de ‘Velvet’ y de todos sus aciertos y errores. Y ser conservador en televisión no es malo, no se me entienda mal, pero con tal presupuesto y plataforma, muchos de los que nos sentamos a verla nos esperábamos algo más que un culebrón de época, la verdad, sin desquitar al género, pues otras como ‘Downton Abbey’ marcaron un antes y un después en la ficción moderna siendo eso, un buen culebrón de época, o como lo es ‘Game of Thrones’ a su manera. Esta estrategia casi seguro funcionará para atraer a ese público de la televisión generalista que todavía permanece cautivo del mando a distancia a Netflix, pero no quisiera diagnosticar la aceptación para ese target más joven que huyó hace años de las series extensas en duración y con un público demasiado familiar, en el sentido más clásico y conservador del concepto y el consumo televisivo.
‘Las chicas del cable’ tiene algunos aciertos como un guion correcto, el ambiente que recrea y las localizaciones que nos muestra. Las interpretaciones más solventes son las desarrolladas por Maggie Civantos y Nico Romero. Ella deja atrás toda la sensualidad de su personaje en ‘Vis a vis’ y él, que era un total desconocido para mí, puede que sea una de las sorpresas del 2017 tras esta serie de Netflix y su participación en ‘Vergüenza’ de Movistar+ que verá la luz en septiembre. O la siempre efectiva Concha Velasco, pero su personaje es bastante secundario.
Sin embargo, ‘Las chicas del cable’ se toma demasiadas licencias creativas en algunos aspectos como la música, como usar el tecno en una época que quizá no fuera lo más escuchado. O sus personajes, desdibujados en las tramas y sin mucha profundidad quedando supeditados al siempre recurrido triángulo amoroso que nos lleva a recordar a los niños de ‘El Internado’ diez años más tarde. Y quizá, para mí, su mayor derrape es el tratamiento del empoderamiento femenino de los años ’20 bajo una superflua capa cargada de estereotipos. Mientras se podría haber reivindicado referentes figuras públicas de la época como Clara Campoamor, que en 1929 ya era la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid tras Victoria Kent, la serie se queda en la superficie del papel femenino de la época, con unas estructuras sociales que sabemos tan evidentes como que los hombres trabajan y las mujeres se quedan en casa, algo trillado y manido. No escarban más allá, no nos dan más profundidad como hace ‘Big Little Lies’, por ejemplo.
Al final del todo ‘Las chicas del cable’ funciona porque está bien presentada y con un presupuesto bien gastado. Encantará a los seguidores de series como ‘Velvet‘ o ‘Hotel Halcyon‘, pero hay que tener en un cuenta que es, sobre todo, un acierto de marketing para aumentar el target de Netflix a un público mayor de cuarenta años y con más consumo en televisión no lineal o a la nueva generación de millenials obsesionados por el melodrama clásico, pero que nos deja al resto fríos, indiferentes, despegados de un retrato femenino y los obstáculos de ser mujer cerca de la década de los ’30.
Nosotros ya hemos visto varios episodios, pero la serie la podrás ver a partir del 28 de abril en Netflix.
Tráiler de ‘Las chicas del cable’