Más política que en otras ocasiones, Maysaloun Hamoud desgranó el pasado viernes, durante la rueda de prensa posterior a la presentación de Bar Bahar en los cines Golem de Madrid, las claves que espolearon esa crítica a la sociedad israelí, tan educada en la honestidad como en la ironía, en la que se ha convertido su ópera prima. La multipremiada cinta -Festivales de San Sebastián, Toronto y Haifa- narra la historia de tres amigas, iconoclastas, feministas, luchadoras, idealistas, pero ante todo mujeres palestinas autoconscientes (Salma, Laila y Nur), que deciden abandonar el dogma imperante en su pequeña polis para trasladarse a Tel Aviv, principal centro económico y financiero de Israel. Una extraña búsqueda de la libertad camino del infierno que explica, manteniendo una cierta distancia con los hechos, cómo «la situación en Israel aún no se ha suavizado», según señala la cineasta. Decía el pasado mes de septiembre en Donostia, que el impulso para escribir semejante realidad de una forma tan sencilla se lo dio la «dificultad que tienen las mujeres palestinas, hoy día, para ser libres».
Aplicando a su caso la teoría de los noveles, la directora se ha situado en el centro de un subtexto tan polémico como el patriarcado, con todo lo que eso conlleva. «En una película hablas de lo que sabes, por eso ‘Bar Bahar’ es una crítica a mi sociedad, donde las dictaduras y el patriarcado nos han marcado el paso sin que nosotras podamos levantar la voz». De modo que su realidad es, a grandes rasgos, tan dura como lo fue la de Mustang el pasado año, aunque con una salvedad: las protagonistas del filme dirigido por Deniz Gamze Ergüven jugaban con inocencia en un jardín donde sólo plantaban árboles los hombres. Hamoud configura a sus personajes como una versión adulta de los de Gamze Ergüven, sabedores de que no hay autodeterminación en una sociedad fabricada en torno al dogma masculino y autoritario. Para una directora que vivió parte de su infancia entre tierra y mar (significado de bar y bahar, respectivamente), siempre desde la metáfora, no fue excesivamente complicado sacar de ese contexto a tres chicas y colocarlas en un ambiente que observar con esperanza. Están dentro y fuera al mismo tiempo, como partículas cuánticas psicológicas que viajan desde una parte oscura de la pesadilla hacia otra que todavía no conocen. Como si su vida la hubiese descrito Dante en su época más inteligible. «Decidí llamarla ‘Bar Bahar’ porque es, básicamente, donde se encuentran nuestras protagonistas: con un pie fuera y el otro dentro», en un término medio más grande que una franja.
No obstante, Hamoud no esconde su intención de convertir la causa femenina en una trilogía. Como P. T. Anderson hizo con los auge laboral, declive psicológico y años grises de Norteamérica, pero con menos retranca y más bofetadas directas a las mejillas. Las dos cintas que completarían su particular saga iniciada con Bar Bahar ya han sido bautizadas, aunque no oficialmente, como ‘Bar’ y ‘Bahar’, en clara referencia a esa división político-social en la que viven los ciudadanos palestinos con pasaporte israelí. Términos que pueden convertirse en un movimiento pro-igualdad como nunca antes lo había vivido el cine global, y mucho menos el nacido en las raíces de las costumbres musulmanas. El entramado que construye la cineasta es complejo, porque no sólo reclama el papel de la mujer, sino que lo sitúa en mitad de un conflicto judeo-árabe tan grave como que fue exhortado por la propia ONU. Un impulso para la igualdad de género en el territorio árabe de Israel, proclamado en la zona judía de Palestina y aprobado internacionalmente. Se antoja complicado, a pesar de que «el punto de vista de las mujeres cada vez se escucha más en el mundo árabe. Esta nueva generación nacida de la Primavera Árabe quiere cambiar el patriarcado, la dictadura, las reglas conservadoras que nos encierran en casa».
El movimiento revolucionario de manifestaciones desatado en 2011, que sirvió de vehículo para derrocar las dictaduras de Ben Alí en Túnez; Hosni Mubarak en Egipto; Muamar el Gadafi en Libia; y Ali Saleh en Yemen, inspiró a todas aquellas mujeres que esperaban un reconocimiento de sus derechos en sociedad. Hamoud, aunque nacida en Hungría, fue una de ellas y pasó a formar parte, de una manera artística, del tejido harto de opresión. Su indignación cristalizó en el primer borrador de Bar Bahar, justo antes de corregir ciertos fallos y presentarlo al productor Shlomi Elkabetz -encargado de, entre otras obras maestras que retratan el papel de la mujer en la sociedad israelí, Gett: el divorcio de Vivianne Amsalem. A las tres chicas les faltaba cierta ambigüedad, para configurarse contra el maniqueísmo; a los hombres, un abanico más amplio de reacciones; al entorno, más riesgo. Sin embargo, Hamoud adoptó el consejo de Elkabetz y se limitó a no transgredir los códigos del séptimo arte, sino a dejar una impronta veraz sobre una coyuntura político-social preocupante en plena Era Contemporánea.
«La película trata de romper tabúes y mostrar lo que realmente ocurre en el país, algo que no suele verse en el cine actual». De hecho, no sólo los rompe sino que plantea otra forma de revelar el caos social en el que vive la mujer árabe: la contracultura palestina, la aplicación de los rituales occidentales a un tejido entre dos mundos medularmente separados, con autarquías y restricciones. Cuando a Maysaloun Hamoud se le pregunta sobre la relación entre palestinos e israelíes, cambia el discurso tranquilo por frases candorosas, como retales de diálogos que dejó fuera de las líneas de guión: «La relación que hay entre israelíes y palestinos es mínima porque, aparte de que las ciudades donde hay población mixta son mínimas, para todo estamos separados. Es en la universidad donde empezamos a conocernos«. Se ríe incómodamente al terminar la frase, porque sabe que es vergonzosa una convivencia que fomenta la segregación en las nuevas generaciones.
A través de ese sentimiento singular conecta con la dinámica universal, de manera que no sólo los que sufren, sino también los que comentan el conflicto desde la distancia sean capaces de empatizar. «Que se base en la sociedad donde yo vivo no implica que la gente de otros países no pueda sentirse identificada, al contrario, muchas veces son las historias pequeñas las que acaban por ser universales». Decisión que, por cuenta propia, extendió hasta la construcción de los personajes masculinos, buscando abrir ventanas en cada puerta que se cierra. Su valentía la condujo a tratar «de mostrar un amplio abanico de hombres, que no tuviese un carácter binario, sino acercándose a un compendio de grises entre los extremos negro y blanco: todos tienen en común su debilidad frente a las chicas». Porque Bar Bahar tiene cierta inclinación a concienciar, como el movimiento #HeForShe capitaneado por Emma Watson, más al género masculino que al femenino, aunque el núcleo esté compuesto por mujeres. Busca subvertir un canon social desde la lógica, el respeto y la dignidad. Busca la justicia. Busca la vida.
Tráiler de ‘Bar Bahar’
Review de 'Bar Bahar', la multipremiada ópera prima de Maysaloun Hamoud
NOTABLE - 8
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Porque 'Bar Bahar' tiene cierta inclinación a concienciar, como el movimiento #HeForShe capitaneado por Emma Watson, más al género masculino que al femenino, aunque el núcleo esté compuesto por mujeres. Busca subvertir desde la lógica, el respeto y la dignidad. Busca la vida.