¿Cómo ha ido?
La jornada del sábado comenzó con un homenaje a los nuevos seguidores del cine fantástico, aquellos a los que va dedicado el canal Syfy Kids. La XIII Muestra Syfy contempló la proyección de una de las nominadas a Mejor Película de Animación en la pasada edición de los Oscar; E Menino E O Mundo (El Niño y El Mundo), del brasileño Alê Abreu. A la fantástica disposición fílmica de éste pequeño ejercicio de metafórica crítica social, le siguieron el aprobado desconcierto de The Piper, la mala praxis de Listening, el bochorno de The Mind’s Eye y la compensación a dos días de festival que han andado con lo justo; Bone Tomahawk, dirigida por S. Craig Zahler, ganador del premio a Mejor Director en el pasado Festival de Sitges. A pesar del evidente descenso en la calidad de las proyecciones, la segunda jornada entabló una mejor relación con el cine puramente independiente, remontó en interés y terminó por aprobar sin demasiados problemas.
¿Qué hemos visto?
E Menino E O Mundo (Alê Abreu, 2015) es una bonita metáfora sobre el desarrollo de la sociedad civil y sus prácticas en el entorno de un personaje que va y viene, según se disponga en la estructura, entre el pasado, el presente y el futuro. A los ojos del público, E Menino E O Mundo no deja de ser una película con una primera hora bastante infantil e intrascendente -para lo que después se encontrará el espectador- que desemboca en una crítica al capitalismo primero implícita en los dibujos, segundo explícita -e innecesariamente, ayudada por imágenes impostadas porque sí, para esos mayores que no hubiesen entendido de qué iba la película. Abreu tiene un gran problema con el ritmo narrativo, sin embargo, el estilo, casi obsoleto, por desgracia, para animar a su personaje es tan rico de presenciar como las peripecias que vive el mismo en un modélico mundo donde el dinero, como siempre, es la vara de medir.
The Piper (Kim Kwang-tae, 2015) constata la habilidad de su director para adaptar cinematográficamente El Flautista de Hamelín con un estilo que le debe todo al clásico cine surcoreano. La estupenda fotografía de Hong Jae-sik reedita ese halo a terror, desconfianza y lujuria narrativa de los que el cuento se jacta. Es conveniente saber apreciar la distinta perspectiva desde la que está estructurada The Piper, fuera de todo el convencionalismo mercantilista, fuera de toda lectura que no vaya ligada a lo que demanda el público; una historia donde las ganas reprimidas desaparecen en menos de quince minutos. El hilo conductor que maneja el segundo acto es soportable gracias al humor con el que están inundados los diálogos, a la ingenuidad de unos personajes típicos pero que siguen gustando. Es cierto que las justificaciones que ofrece la trama para aportar credibilidad, le quitan toda la que pudiera tener, pero también es cierto que frente a lo que se puede esperar de un guión que no pretende grandes mensajes, Kwang-tae sabe el camino para satisfacer al espectador.
Listening (Khalil Sullins, 2014) es el experimento de un novel guionista y realizador, un novel que capta todos los tópicos del cine fantástico y los resume en 100′ con un falta de ritmo considerable. El posible futuro que presenta no consigue sostenerse sobre casi ninguna de las aristas en las que trata de elaborar el tejido, y menos si se atribuye el magnetismo a su «poder» visual; la fotografía quiere jugar con colores, texturas y lo que cada uno de ellos transmite, pero lo único que consigue es que el espectador sienta el mal rollo donde no lo hay, continuos destellos incongruentes y la evidencia de un ejercicio donde el todo-vale es la premisa inicial. El exceso de tecnicismo queda en la autocomplacencia, en el o-lo-tomas-o-lo-dejas, en un triste referencia a la genialidad de Utopía, pero teñida de chorrada. Una película que de pretenciosa logra que el público se canse rápidamente.
Bone Tomahawk (S. Craig Zahler, 2015) es como escuchar el Lovin’, Touchin’, Squeezin’ de Journey después de una tarde soportando los «grandes éxitos» de Foreigner. Galopando al ritmo de Kurt Russell, Craig Zahler fabrica un western en el que la mezcla de humor y terror tiene un aspecto sensible, natural, con personalidad. Correcta en ritmo, forma y, sobre todo, fondo, Bone Tomahawk no decora sus secuencias, aborrece el sensacionalismo gratuito y, de hecho, es ello lo que mayor impacto causa. La elegancia con la que la película se arriesga, el buen trabajo con la fotografía, y la determinación con la que es ejecutada, recupera la hoja de ruta necesaria para el buen desarrollo del cine independiente. Al igual que Nina Forever fue la menos fantástica de la primera jornada, Bone Tomahawk es la que menos encaja en la parrilla, y no por la muestra, sino por los productos que la conforman. Cine bien construido, de un nivel superior.