La última edición del festival de cine europeo de Sevilla ha traído lo mejor del año con títulos sonados de Cannes, Berlín y San Sebastián. En estos días se ha podido ver la última producción de El deseo y nueva película de la gran cineasta Lucrecia Martel, ‘Zama’, que representará a Argentina en los oscar, también pudo verse ‘Western’, una emocionante reflexión sobre la xenofobia occidental; Así pues, también pudo verse ‘A ciambra’, una decepcionante visión de la infancia de un niño de etnia gitana que sucumbe a la vida criminal producida por Martin Scorsese y representante de Italia en los oscar. Entre otros títulos, destacando parte de nuestra producción nacional, pudo visionarse la última película de Manuel Martín Cuenca, ‘El autor’, una pequeña comedia con grandes pretensiones a la que le falta arraigo y mala leche, ‘Verano 1993’, la emotiva, y última, obra maestra de nuestro cine y ‘El mar nos mira de lejos’, una romántica visión de las leyendas enterradas. En cuanto a lo más destacable del festival, me limito a los siguientes seis títulos que pudieron verse estos días en Sevilla del 3 al 11 de noviembre.
‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ (Yorgos Lanthimos)

Ganadora del mejor guión en la pasada edición del festival de Cannes, ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ es el último ejercicio de estilo, en clave de terror psicológico, del griego y macabro Yorgos Lanthimos. Inspirada en el mito de Ifigenia, ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ es una resurrección del peliagudo terreno narrativo de la tragedia griega logrando generar una ficción con un mundo con normas y personajes propios alejándose de todo lo convencional y acercándose al mundo de lo extraño y lo sobrenatural. Si bien ‘Canino’ era una escabrosa metáfora de la educación contemporánea, ‘Alps’ una cruel metáfora del duelo y ‘Langosta’ una cruel metáfora de las relaciones en pareja, ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ funciona en sí como una metáfora irónica que nace desde su título: “El sacrificio” y lo que este supone para nosotros como individuos y miembros de la comunidad. Con ecos, lejanos y puramente estéticos, a ‘El resplandor’ y ‘Funny games’, Lanthimos compone una sinfonía de sabores extraños, perturbadores y terroríficos donde más que reinar la incomodidad, como suele primar en su cine, reina el desconcierto, la intriga, lo sobrenatural. Es una inclasificable y misteriosa obra maestra llena de cine en la que reconocemos al director griego con diálogos absurdos y situaciones tratadas desde la perspectiva más sádica y fría al mismo tiempo.
‘Happy end’ (Michael Haneke)

Viniendo de una palma de oro con ‘Amor’ (2012) y críticas muy negativas con respecto a este último trabajo, ‘Happy end’ ha sido un título muy sonado y discutido incluso por los más acérrimos al director aleman Michael Haneke. ‘Happy end’ narra la historia de una familia burguesa que vive en Calais, Francia, al lado de los campamentos donde viven miles de refugiados. La película es en sí un compendio de todas las obsesiones del cine de Michael Haneke: La pantalla como reflejo y principal causa del mal, niños psicópatas, indiferencia a los problemas sociales (particularmente la inmigración en Europa), asesinato de animales, el dilema del suicidio, el narcisismo de la juventud acomodada, los perturbados deseos sexuales de los burgueses y su negligencia emocional…’Happy end’ toca todos estos temas o elementos (Haneke les ha dedicado a cada uno prácticamente una película o al menos los ha tratado en profundidad) sin profundizar en ninguno. A modo de un (¿posible?) testimonio cinematográfico, Haneke ridiculiza su propia obra alejándose de ella e invita al espectador, como tantas veces ha afirmado en entrevistas, a dudar de su propia obra, personajes y mundo. Entre otras cosas a destacar, la película se une directamente con otra película de Haneke, en este caso funcionaría como una secuela directa de ‘Amor’.
‘The square’ (Ruben Östlund)

La última palma de oro en Cannes fue la comedia sueca (sí, es posible) de Ruben Östlund, director de la ganadora a la mejor película hace tres ediciones en el festival de cine europeo de Sevilla con ‘Fuerza mayor’. El avance en el director es notable ya que, ‘The square’, es un paso adelante en la obra de un director que pasa de ser interesante a ser una gran promesa. La película retrata la sociedad contemporánea al igual que el arte del museo que es protagonista en la película (¿Qué forma más conceptual para explicar la sociedad que el arte, no?). En cierto modo, es como asistir al interior de ese particular museo de arte contemporáneo sueco de sala en sala, de escena en escena, en el que a través del delirio absurdo de los adultos (en particular del director del museo, protagonista del film), en contraposición al mundo inocente de los niños que buscan justicia e igualdad (los únicos seres razonables de la película y las mayores víctimas; es decir una vez más el miedo a la educación que reciben los niños de un mundo sin nada bueno que enseñar), nos hallamos presos y secuestrados por un día a día que cada vez nos permite menos vernos en un espejo pero sí ver un mundo salvaje en el que no necesariamente tenemos que sentirnos seguros. En pocas palabras, hipocresía e incomodidad como resultado de una risa endemoniada, en clave de comedia negra, que el director impregna en cada escena.
La desesperanza y miserias que muestra el director son cuanto menos reflexivas y la forma de plasmarlas brillantes e inolvidables (el fenómeno viral o conceptos más abstractos como lo son los remordimientos, el egoísmo, la irresponsabilidad, el narcisismo, la riqueza y la pobreza…). No es una película sobre la decadencia del arte contemporáneo (ese sería el necesario y muy bien elegido contexto); es una película sobre las miserias de quien lo exhibe (Ostlund) y sobre el que lo recibe (espectadores). La resolución es brillante y misteriosa, anclada en un cuadrado cuyos límites se abren e interactúan en nuestra sociedad, produciendo esos fenómenos tan raros llamados «remordimiento» e «inseguridad» (especialmente en esa magnífica escena protagonizada por una performance de un hombre mono que rompe la pompa de seguridad y extralimita su poder y su fuerza primitiva contra «los derechos y obligaciones» de la alta clase sueca concentrada en una sala dorada dentro del museo). Un retrato feroz de como funciona el mundo, sus normas y, sobre todo, la carencia de derechos y obligaciones… para todos.
‘Sin amor’ (Andrey Zvyagintsev)

Andrey Zvyagintsev ya demostró ser una de las más poderosas miradas del cine contemporáneo en ‘Leviatán’ y ‘Elena’ y, de nuevo, lo volvió a demostrar y estar a la altura de las expectativas en ‘Sin amor’, premio del jurado en la última edición del festival de Cannes. Narra la obligada unión de un matrimonio que está en trámites de separación para encontrar a su hijo desaparecido cuando ninguno de sus padres estaba para cuidar de él. La fuerza de ‘Sin amor’ se extrapola a un terreno más lejano que al del mero retrato de un mundo que, como índica su título de forma transparente, se queda lejos de la humanidad, el cariño o la empatía; la película queda convenientemente resumida en una escena en la que el personaje de la madre oye noticias horribles en el telediario y su primera reacción es irse a la cinta de correr a hacer deporte con un chandal que lleva escrito en mayúscula RUSIA. ‘Sin amor’ es un thriller dramático con unos diálogos y personajes escritos con sentido común e inteligencia en base a un todo, por desgracia, limitado al pequeño mundo que Zvyagintsev desea mostrarnos. No es una obra maestra pero es una enorme película.
‘La cámara de Claire’ (Hong Sang- Soo)

El enorme Hong Sang-Soo nos deleita con una película minimalista llena de encanto y vitalidad. Narra la historia de Manhee, quien es acusada de ser deshonesta y, en consecuencia, es despedida de su trabajo como distribuidora de películas. Ella forma una amistad con una excéntrica profesora llamada Claire, que toma fotos con su cámara Polaroid. La premisa es inocente y la temática simpática ¿Qué es entonces lo que enamora de la ‘La cámara de Claire’? En definitiva, su sencillez narrativa. Dos originales y solitarias mujeres se conocen y traban amistad apoyándose a lo largo de un día en Cannes compartiendo inquietudes, alegría y desolación y, con todo ello, una declaración de intenciones del propio Sang-Soo con respecto su cine dentro de la película («La única forma de cambiar las cosas es volver a verlas lentamente»). La próxima película de Sang-soo se estrena en España en diciembre bajo el título de ‘En la playa sola de noche’ que pudo verse en la pasada edición del festival de San Sebastián.
‘Little crusader’ (Václav Kadrnka)

Tras ser galardonada en el festival de Karlovy Vary con el premio a la mejor película, la checa ‘Little crusader’ funciona de como una críptica, abstracta y emotiva búsqueda de la pureza. En este caso, tenemos al padre del pequeño Janik, un guerrero de las antiguas cruzadas que busca desesperadamente a su hijo perdido pero se ve constantemente limitado por los largos caminos de llegar al tan esperado reencuentro. Con una elegancia formal y estética, digna del Tarkovsky de ‘Andrei Rublev’ y el Bergman de ‘El manatanial de la doncella’ o ‘El séptimo sello’, se haya el espectador frente a una película de corte clásico, místico, metafísico y profundo en el que la densidad de la película se transforma poco a poco y a fuego lento, como el mejor cine sabe hacer, una alegoría de la pureza perdida y reencontrada.