Crítica de The Hateful Eight

The Hateful Eight: crítica

Crítica de The Hateful Eight

A la hora de enfrentarse a una producción como The Hateful Eight hay que tener en cuenta varios factores. El principal de ellos es que es una película de Tarantino y por tanto no te va a dejar indiferente. Esa es la mayor virtud del director de Tennesee y en la película que nos ocupa, la explota a conciencia.

The Hateful Eight es un film con unos grandes riesgos narrativos. El director nos propone un nada inocente juego de trileros en el que entran en juego una diligencia, una cabaña, nieve y ocho personajes que juegan al misterio y la ocultación. Llegado cierto momento  la tensión se volverá palpable y las escenas donde la sangre fluya se adueñaran de la pantalla. Elementos vistos ya en películas de Tarantino. Pero es la forma y no el fondo la que convierte a The Hateful Eight en una apuesta sumamente arriesgada.

Después de venir de dos películas con crítica favorable y público masivo, Tarantino daba muestras de haber perfeccionado una fórmula que le funcionaba. A los ácidos y afilados diálogos se le unía un gusto por retratar y subvertir la Historia (Segunda Guerra Mundial, segregación racial en América). Sus films históricos, pese a ser cien por cien identificables corrían riesgo de diluir la marca de autor, de convertir al artista en artesano. Y eso fue algo que se notó especialmente en el último tercio de Django Desencadenado. Pues bien, esta The Hateful Eight recupera todos los tics del Tarantino pasado. Otorgando todo el protagonismo a los personajes y dejando que se cuezan en un cada vez más insoportable fuego lento para ofrecernos un tercio final con tanto sabor “Tarantiniano” como riesgo por la innovación.

The Hateful Eight

Otra seña de identidad que vuelve con más fuerza que nunca es la reivindicación histórica. En este caso los afilados dardos del guionista director apuntan directamente a la formación de la nación americana y el problema multirracial. El tono juguetón de la cinta no impide que en determinado momento la gravedad se adueñe del conjunto y el humor negro de paso a la metáfora .

Hasy que detenerse en el riesgo que toma Tarantino en la cinta. Nos sitúa en una cabaña en la que trascurren dos tercios de película (Como en Reservoir Dogs). Todas las acciones están rubricadas por un excesivo, ácido y milimetrado dialogo, que gustará a sus incondicionales pero espantará a los espectadores más impacientes o ajenos a las filias y fobias del director.

Hay una narración segmentada en capítulos, un flashback y diferente tono para cada uno de ellos. El gore y el humor más negro de la factoría salpican toda la cinta y el final acumula todos los destellos geniales que han hecho grande a Tarantino pero también todos los tics que se le afean. En este caso y en mi humilde opinión, logra redondear la película.

Las referencias y la copia descarada de secuencias siguen siendo base del imaginario del director de Pulp Fiction y ahora ha añadido una nueva capa que refuerza su ego: Los autohomenajes. Tenemos referencias directas a Reservoir Dogs, Pulp Fiction, Kill Bill. Tarantino se copia y sale airoso gracias a la complicidad que crea con el público.

Nuevamente la fotografía corre a cargo de Terry Richardson, que nos regala unas preciosistas estampas nevadas y una cabaña perdida irrespirable donde el polvo flota y todo es tangible. En este caso el acotar las acciones a un espacio tan reducido le viene genial a Tarantino para colocar la cámara donde quiere y como quiere. Un verdadero cajón de arena para dar rienda suelta a una historia que va ganado en complejidad conforme la pantalla se mancha de rojo.

Cartel de The Hateful Eight

Mención especial hay que hacer a un casting coral pero capitaneado por Samuel L Jackson que le sigue el juego a Tarantino con la complicidad de dos viejos compañeros de batalla. Jennifer Jason Leigh nos reserva una magistral actuación en su tercio final y Kurt Russel clava sus papel más odioso. En una de esas metarreferencias Tarantinescas tenemos a un Tim Roth haciendo de Christoph Waltz, imitando a Hans Landa en Malditos Bastardos.

Otro punto a destacar es la BSO que en este caso está compuesto por el maestro Ennio Morricone que con cuatro notas logra imprimir el toque de thriller necesario para una historia In crescendo donde lo más importante es saber jugar con el tempo narrativo para imprimir la tensión que se necesita para llevar a buen puerto un final explosivo.

Tráiler de The Hateful Eight

Review

8

NOTABLE

Cinta de excesos, de intentar salir de la zona de confort del director. Un anárquico Tarantino. Un paso arriesgado que busca aunar lo mejor de las dos etapas del director más destroyer y libre de Hollywood

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Sobre p.garcia

Comunicador, periodista, guionista y estudiante de cine. Intento hacer crítica constructiva y útil para el lector.

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