Maggie (Greta Gerwig) es una treintañera de carácter ingenuo y andares torpes y acelerados. Su atuendo entre lo amish y lo vintage, su trabajo relacionado con el arte y su caótica vida amorosa, nos hacen pensar que acabamos de toparnos con el prototipo de protagonista de típica comedia indie, pero pasada la primera impresión atisbamos algo más. Tras la mirada tímida y el abrigo colorido, se esconden una seguridad certera y una fuerte necesidad de control: Maggie tiene un plan. O varios.

Convencida de que no necesita una pareja estable para tener hijos, Maggie traza un plan para encontrar un donante de esperma con quien la relación no trascienda lo estricta y biológicamente necesario, pero sus artimañas se verán interrumpidas con la aparición de John Hardin (un siempre acertado Ethan Hawke), antropólogo de renombre con ínfulas de escritor de ficción. La fascinación, el prototipo de pareja ideal y el hastío que John vive en su matrimonio, les conducen a una relación pasional que seduce por lo imprevisible.
No obstante, cuando más confiados estamos y asumimos que Rebeca Miller, al igual que su protagonista Maggie, parece ceñirse con fervor a los clichés propios de las comedias románticas más clásicas, todo salta por los aires. Maggie despierta sobresaltada de su idílica relación con Jonh y Rebecca Miller se sirve de la realidad y rutina que caen como un jarro de agua fría para sumergirnos en una comedia romántica de enredo al más puro estilo Woody Allen y a la que no le falta una pizca del buen hacer de la comedia francesa.
Pero aún hay más en esta extraña combinación. Julianne Moore, encarnado a Georgette Nørgaard, académica danesa de carácter arrollador y exmujer de John, entra con fuerza en la trama y la dinamita desde dentro, llenando la pantalla con su acento nórdico y su ego inconmensurable, aportando el ingrediente definitivo a un triángulo amoroso a ratos inverosímil pero que destaca por su naturalidad y sus matices.

Maggie’s plan es una comedia que funciona a pesar de una narrativa en ocasiones irregular y a la que su sencillez no le impide reflexionar sobre el ego y las rutinas que desgastan las relaciones, sobre esos adultos que a veces actúan como eternos adolescentes e incluso sobre el destino. Además, el pulso entre modernidad y tradición que se desarrolla tanto dentro de la trama como en la forma de la narración, potencia el conflicto de unos personajes controladores que buscan desesperadamente trascender sus límites.
Tráiler de Maggie’s plan