Sinopsis
Comienzos del siglo XVI. Tras la muerte de Isabel la Católica en 1504 comienzan tiempos de incertidumbre en los que se viven luchas de poder entre Fernando el Católico y Felipe el Hermoso, cuya principal víctima fue Juana la Loca, hija de Isabel y legítima heredera al trono de Castilla. (FA).
Crítica
El antes y el después de Isabel la Católica en la adaptación televisiva no invitaba a un relato incómodo, diferente y algo rompedor, sin embargo, Jordi Frades consigue el mismo efecto en menos tiempo, la misma rigurosidad histórica y la desmitificación de un personaje que sufrió en primera persona una de las intrigas palaciegas más dañinas del siglo XV. La Corona Partida no es miembro de grandes facturas técnicas, ni tampoco se molesta en pretender la grandeza, sino que funciona como una continuación aceptable donde la historia es más importante que el tedio generado por su ladina narrativa.
Habida cuenta que La Corona Partida es una continuación histórica con gran fundamento documental, la estructura narrativa está sujeta a las conversaciones tras el visillo y los viajes septentrionales a caballo de un palacio al siguiente en la ruta. El comercialismo no se percibe y eso es algo que el espectador debe tener claro, mas el guión sí pasea por las largas sendas de la asiduidad, del ínfimo dinamismo y la ristra de encuentros entre personajes sin ánimo alguno. Frades, aunque le quita el velo al mito de Juana la Loca, se equivoca oprimiendo su libertad de movimientos, no permite el desarrollo consabido en personajes tan determinantes como el de Irene Escolar. En ningún momento parece abandonar el precedente, germen donde nace su pasión histórica, sino que adapta el ritmo a la costumbre televisiva, al espectador que espera los minutos inútiles como agua de mayo para llevar a cabo el ritual baño-cocina-sofá.
Es excesiva la exactitud con la que está marcada, las ganas de docufilm, de diálogos de archivo donde, bajo las capas protocolarias y la recurrente banda sonora, no hay más que un tufo a pereza y comodidad. La oportunidad se ha vuelto a escapar, algo que ocurrió, también aunque de otro modo muy distinto, cuando Águila Roja (José Ramón Ayerra, 2011) fue llevada a la gran pantalla. El clima se pierde, pero no sólo eso, sino que no encuentra motivo por el que mostrar algo distinto, algo que remueva las tripas del espectador, algo por lo que transmitir un mensaje, una reflexión a la altura de los acontecimientos. No es el empeño mercantilista lo que hace de La Corona Partida una película menor, sino el desdén con el que está estructurada, la falta de pasión y consistencia narrativa con la que se intenta retratar a un personaje visceral en un momento crucial de la Historia de España.
Con suerte, el descalabro en la estructura poco tiene que ver con Escolar y Raúl Mérida. Conocedores, ambos, de la gran pantalla, han sabido entonar sus personajes no como algo baladí, sino con la importancia que requiere, con el estudio necesario para mostrar la verdadera intimidad de quienes pudieron haber cambiado el curso, se desconoce hacia donde y eso es algo que (casi) todo el elenco ha logrado dejar en la rubrica de la película.
No es válido tirar un puente entre una serie y otra, y tampoco lo es rellenar un hueco de la Historia todavía sin adaptar, si el planteamiento no incita a la sofisticación del sistema, si el aplomo de los pilares vacila a cada paso de diligencia, a cada frase superficial en una atonía bastante preocupante si lo que se quiere demostrar es la capacitación por, además de la honradez documental, ejecutar una película que no añada nada más.
Tráiler de La Corona Partida
Review
4 - 4
4
Flojo
No es válido tirar un puente entre una serie y otra, y tampoco lo es rellenar un hueco de la Historia todavía sin adaptar, si el planteamiento no incita a la sofisticación del sistema.
La cuestión es quejarse -.-‘