Antes de la tormenta todo está contenido, a la espera, lo inminente del aguacero genera un estado de alerta, la amenaza de las nubes impide discernir. Ryota, escritor cuyo momento de gloria pasó a mejor vida, divorciado y padre de un hijo a quién a penas puede ver, hace tiempo que se abandonó a la amenaza de la tormenta. Inmóvil en un pasado que no volverá, alterna su trabajo como detective con discusiones con su hermana y visitas a su madre en el complejo residencial que le vio crecer.

A pesar de contar con todos los ingredientes del melodrama más clásico, Después de la tormenta está construida desde la naturalidad y la sencillez narrativa. Su forma de abordar las relaciones familiares y la cotidianidad de un Japón en el que conviven modernidad y tradición nos remite de forma incuestionable al género Shomingeki y la comparación temática con Ozu es indiscutible.
Sin embargo, Kore-eda, que ya había abordado temáticas similares en Still Walking y De tal padre, tal hijo se desmarca de sus referentes en su ejecución fílmica. No se recrea en los silencios ni se detiene en las expresiones pausadas de sus personajes, su cámara bucea ágil entre el espacio reducido de la casa familiar, nos sumerge en cada cajón y en cada recoveco, invitándonos a diseccionar el pasado de la familia de Ryota mediante sus objetos y pertenencias.

Hablar de familia es hablar también de generaciones, infancia y vejez. Kore-eda construye un Ryota atrapado entre las figuras de su difunto padre y de su hijo, para quien la madurez es un terreno confuso e indeterminado. Ryota sabe lo que ocurre en la infancia y en la vejez pero nadie le explicó qué hacer entre ambas, perdido, se pelea con sus aspiraciones frustradas y sus motivaciones dormidas, renegando de un pasado que le resulta al mismo tiempo familiar y desconocido.
Por suerte Ryota no está sólo, la figura de su madre (interpretada por Kirin Kiki) perfecto equilibrio entre la comicidad y la sabiduría, actúa como ese faro en medio de la tormenta que sabe que tarde o temprano pasará y llegará la calma. Sus frustrados intentos como celestina ayudan a su hijo a pesar de fracasar en su objetivo, su papel de abuela y suegra sin serlo revisten de reconfortante calidez el duelo del resto de personajes durante el tifón.

Como es sabido, después de la tormenta todo se aclara. El agua arrastra las frustraciones, recuperamos la perspectiva y aceptamos la sencillez de lo que siempre supimos pero olvidamos. Cuando Ryota abandona el hogar de su infancia tras la tormenta sabemos que todo ha cambiado. Si bien el final puede resultar agridulce ante la negativa de recuperar su vida con Kioko (Yōko Maki), la serenidad con que Ryota acepta su situación y mira hacia las nuevas posibilidades que el futuro le reserva, evita la lágrima fácil en detrimento de un realismo convincente.
Sin embargo, esto no impide algunas concesiones, el duro camino recorrido por Ryota a lo largo del film no se cerrará únicamente con promesas de nuevas bifurcaciones, las cuentas pendientes con su infancia también encontrarán redención, materializándose en forma de suzuri. Ryota abraza su pasado, deja de medir a su padre desde sus propias frustraciones y asume que, en algún momento, él también contemplaba la vida como su ahora hace su hijo Shingo.
Tráiler Después de la tormenta
MUY BUENO - 7.5
7.5
Después de la tormenta es un viaje sencillo y esperanzador que nos muestra lo difícil y gratificante de abrazar pasado y futuro. Un melodrama realista, con personajes inolvidables e interpretaciones brillantes que mantiene el pulso entre lo cómico y lo reflexivo.