Después del desastre que supuso la reciente adaptación americanizada de Death Note, hoy nos llega una nueva muestra de manganime traído a imagen real. En esta ocasión se trata de una adaptación de la aclamada serie Fullmetal Alchemist realizada en Japón y estrenada a finales del pasado año, que llega hoy a occidente a través de la plataforma digital Netflix.
El manga de Fullmetal Alchemist se publicó entre 2001 y 2010 con gran éxito, alcanzando el estatus de serie de culto casi de inmediato. Gracias a ello recibió dos adaptaciones en anime, una en 2003 y la otra en 2009. Esta anomalía se produjo debido a que el primer anime comenzó a emitirse antes de que el manga concluyese, por lo que a partir de cierto punto la historia se desviaba para relatar una trama muy diferente. Una vez el manga había sido publicado en su totalidad se decidió crear una nueva serie llamada Fullmetal Alchemist Brotherhood que respetaba el argumento original, y que resultó ser de paso muchísimo mejor que el primer anime.
Con la tremenda responsabilidad de realizar la primera adaptación de imagen real de este clásico moderno, el director Fumihiko Sori nos trae una película que se parece mucho al material original, pero que cuenta con algún que otro problemilla. Veamos por qué.
NOTA: Esta crítica tiene spoilers leves de la trama.
Don’t forget: 3.oct.11
Hablar de la trama de Fullmetal Alchemist es complejo, especialmente para evitar los spoilers. Sin entrar en mucho detalle, nos encontramos en un universo en el que ciertos estudiosos son capaces de utilizar la alquimia, una técnica mediante la cual pueden transformar objetos y materiales en otros diferentes de densidad y propiedades similares, ya que deben seguir siempre la máxima del intercambio equivalente: para obtener algo, debes descartar algo de igual valor. Los hermanos Edward y Alphonse Elric, protagonistas de la historia, intentan traer de vuelta a su fallecida madre utilizando la alquimia, pero el experimento falla. Edward pierde un brazo y una pierna, y Alphonse la totalidad de su cuerpo, pero Edward logra atar el alma de su hermano a una armadura de metal. Aquí arranca realmente el argumento, con los hermanos uniéndose al ejército para buscar una forma de recuperar sus cuerpos.

En primer lugar voy a abordar brevemente la polémica racial que ha generado esta adaptación para poder centrarme en la película en sí. Es muy cierto que la serie se ubica en un lugar que imita la ambientación de un país Europeo en plena revolución industrial (de hecho, se ha rodado en Italia), y que choca que la totalidad de los actores sean japoneses; viendo los entornos, la arquitectura, los ropajes e incluso la música utilizada, se produce cierto anacronismo cultural que nos resulta extraño de forma involuntaria. Pero al fin y al cabo es una producción japonesa, y es normal que nos encontremos esta elección de reparto.
En sí no es algo que tenga mucha importancia, aunque conviene mencionarlo por el siguiente motivo: si eres conocedor de la obra original, sabrás que el mundo de Fullmetal Alchemist se divide en diversos países que representan diferentes culturas de nuestro mundo, con sus respectivas razas. El país en el que se ubica este primer tramo de la historia es un país que bien podría ser Alemania, pero es que más adelante entra en juego, entre otros, el país de Xing, de influencia clarísimamente asiática. Si se realiza una secuela, que todo apunta a ello, estos futuros personajes van a perder ese rasgo cultural distintivo al ser todo el reparto de orígen asiático, y no solo los pertenecientes a Xing. En cualquier caso, esto no afecta en absoluto a la calidad de la película, y no tiene sentido condenarla o premiarla por ello, así que vamos a centrarnos en lo importante.
A diferencia de la lamentable Death Note de Netflix, aquí se ve que el equipo creativo se ha aproximado con respeto al material original. Nos encontramos con un universo calcado al del manga, y con planos que a veces parecen una fotografía del anime. La historia, aunque con muchos cambios para poder contarla en las 2:15 horas de metraje, es fiel a la original y cubre hasta el arco del Laboratorio 5. Los escenarios son idénticos, los actores se parecen a sus personajes y los ropajes son tal y como los recordábamos.

Esto es, sin embargo, un arma de doble filo: como fan de la saga disfruto muchísimo de estas referencias, pero cuando salgo de mi pompa para observar con ojo crítico, todo me chirría. Hablamos de traer un manganime a imagen real, y al intentar alcanzar un grado de fidelidad tan elevado, caemos en la horterada. El pelazo rubio pollo y la gabardina rojo chillón de Edward son resultonas en el dibujo, pero es horroroso verlas sobre un actor de carne y hueso. Y todo es así. La dirección de vestuario pasa por ser un concurso de cosplay barato del peor salón del manga que se os ocurra.
La trama de Fullmetal Alchemist, aunque se ha suavizado un poco en esta versión, es adulta, oscura y violenta. No necesitamos ver ese contraste de colores tan agresivo y desproporcionado en todos y cada uno de los planos. Nos abstrae de lo que está pasando, de la crudeza del argumento. Antes que, por ejemplo, la fidelidad en el vestuario, preferimos fidelidad en el tono general. Cuando ejecutas una obra en un medio diferente al habitual, tienes que adaptarte. No todo tiene que ser exactamente igual, y no pasa absolutamente nada porque no lo sea.
En lo que respecta a los efectos especiales, la verdad es que se nota un poco el cartón y el reducido presupuesto. En un par de ocasiones es muy evidente que para ser (de nuevo) innecesariamente fieles se ha grabado sobre croma, de forma que el escenario se parezca al del manga lo máximo posible. Tampoco los efectos CGI a la hora de usar la alquimia son muy espectaculares. Lo único reseñable en este aspecto es el conseguido diseño de las diferentes quimeras, criaturas obtenidas a raíz de mezclar dos especies diferentes a través de la alquimia.

La dirección de personajes tiene altibajos. En general se aprecia que todos los actores se han empapado de su alter ego, e intentan imitar su gesticulación y su tono de voz al hablar para ser fieles al anime, algo que es de agradecer. La elección de Edward, principal foco de la historia, me parece acertada, y en alguna escena logra impactar emocionalmente. La interpretación de Alphonse, aunque deja poco margen al actor dado que es una armadura inerte, también es correcta. Algunos personajes incluso aprueban con sobresaliente, como Lust o la impasible dupla formada por Mustang y Hawkeye, muy parecidos a los originales. Es una pena que se hayan omitido muchos protagonistas importantes como King Bradley o Scar, aunque se intuye que para la (posible) secuela podremos disfrutar de ellos.
Dicho esto, no todos los actores llegan al aprobado ni por asomo. Hay un personaje que destroza por completo las escenas de la película en las que aparece, y esa es Winry, la mecánica de Edward. En su intento de parecerse al cliché de chica anime que era el personaje primigenio (ya insoportable de por sí), la actriz realiza una interpretación deplorable, sobreactuada y fuera de tono de principio a fin. Cada vez que abre la boca sientes la tentación de pulsar el botón MUTE del mando a distancia, especialmente si lo ves en versión original. Y lo peor es que la han metido con calzador y de manera innecesaria en prácticamente todas y cada una de las escenas importantes de la película. Winona Ryder, por fin tienes una seria competidora que alcanza tus niveles de histrionismo.

Intercambio Equivalente
Hay que ser justos. El equipo ha puesto mucho cariño para contentar a los fans, entre los que me incluyo, por lo que no puedo más que alabar sus encantos. Así funciona el intercambio equivalente. A pesar de sus puntos negativos, la película se sostiene sorprendentemente bien gracias a que parte de un material impecable. Los momentos de acción son entretenidos, y los tres puntos de fuerte carga dramática están muy bien resueltos. El ritmo no es ni muy acelerado ni muy pausado, ya que se centra en cerrar solo el primer arco argumental de la serie. Queda espacio para (como mínimo) dos películas más, algo que queda patente sobre todo si esperamos a la escena oculta después de los créditos. Aunque a día de hoy la mejor forma de ver Fullmetal Alchemist sigue siendo Brotherhood, el segundo anime, esta película live-action es una adaptación notable y merece un visionado, tanto si eres fan de la saga como si es la primera vez que escuchas hablar de ella.
Puedes ver la película live-action de Fullmetal Alchemist en Netflix.