Cuenta Ivo Ferreira que cuando trabajaba en el proyecto de Cartas de la Guerra, la imagen de su mujer leyendo el recopilatorio de las cartas que António Lobo Nunes envió desde el frente a su mujer Maria Jose, resultó reveladora. Fue a partir de ese momento cuando la voz off de Margarida Vila-Nova, protagonista omnisciente del film y mujer de Ferreira, se convirtió en eje narrativo y seña de identidad de una de las películas portuguesas más poéticas y personales de los últimos años.
Rodada completamente en blanco y negro entre Lisboa y Angola, Cartas de la Guerra nos sitúa en los inicios de la década de los setenta para mostrarnos entre versos las ruinas de un imperio que tan sólo parecía existir en la mente y aspiraciones del dictador Oliveira Salazar. Un largo y complicado proceso de ocupación y descolonización que, si bien terminó en 1974, para Angola supuso asumir las consecuencias de manera casi indefinida.

Pero Cartas de la Guerra no es sólo un relato sobre un periodo complejo de la historia de Portugal, su relato busca poner rostros e historias concretas al conflicto y a lo que de él se desprende y lo hace basándose en la contraposición. La del blanco y el negro, la de la voz y la imagen, la de la guerra y el amor. Ivo Ferreira nos propone una experiencia poética, casi contemplativa en uno de los escenarios más inhóspitos posibles, el frente, despojado de lógica para quién lo vive, irreal para el que lo desconoce y atemporal para la historia.
Una Angola sugerente y quizá la saudade más tangible jamás rodada no llegan, por el contrario, a conmover al espectador. Narración sin tregua y poesía preciosista nos arrojan al vacío del exceso para admirar desde la asepsia, sin riesgo de conmoción, de vacío y de conciencia.
Ivo Ferreira hace de Cartas de la Guerra una película formal hasta el extremo, estéticamente impecable y de fotografía excepcional pero en la que sacrifica por el camino la emoción sincera y el discurso inolvidable.
Tráiler de Cartas de la Guerra