Bong Joon-Ho es un director que conozco hace apenas dos años cuando llegaron a mis manos las, totalmente desconocidas por aquel entonces para mí, películas ‘The host’ y ‘Memories of a murder’ y si he de ser sincero, se ganaron un hueco en mi estantería. La polémica del último estreno de Ho, ‘Okja’, en el festival de Cannes con el logotipo de Netflix, que fue recibido con abucheos y un presidente del jurado que tampoco estaba a favor de que Cannes acogiese una película para ser estrenada en la «pequeña pantalla», fue notable pero más notable es aún el trabajo y el significado de ‘Okja’ pese al esfuerzo de su director por empequeñecer el argumento.

Nos encontramos en una sociedad muy parecida a la nuestra (palos selfie, maltrato animal, redes sociales, empresas sin escrúpulos…) con una lucha notable entre «los más buenos», una niña que quiere salvar a su mascota gigante acompañada de un frente de liberación animal y «los más malos» como unos extrafalarios empresarios que se alimentan del miedo y de la ignorancia de la masa. La pequeña Mija descubre que tras diez años cuidando de su mejor amigo Okja, un cerdo gigante, su amistad ha estado basada en el escaparate de una empresa cárnica que decide crear super cerdos modificados geneticamente para que dicha empresa, regentada por la gran Lucy Mirando (una soberbia Tilda Swinton), adquiera respetabilidad frente a complejos familiares y psicópatas en una familia y un mundo desesperados por oír que todo se hace «debidamente» en cuanto al trato animal cuando, evidentemente no es así. En principio la, evidente, falta de emoción de la que está dotada la película en su primer tramo, se refuerza con una impresionante puesta en escena, una banda sonora omnipresente y una niña pequeña y luchadora con la que el espectador sabe que está «obligado» a empatizar. En este sentido, ‘Okja’ juega a ser demasiado superficial u obvia (imagino que por un público infantil al que está dirigido cuando en realidad para los mayores puede resultar una película siniestra sobre el mundo del consumo cárnico)
Dentro de su papel como cine de aventuras, ‘Okja’ es tan entretenida como evidente sin dejar mucho sitio al cruel fondo empresarial de manipulación y sangre que esconden sus escenas robadas por la emoción con la que, sin duda, llega más «mascado» el mensaje al espectador. Un final realista y (¿Por qué no decirlo?) conmovedor aparece para hacernos ver la falta de poder que tenemos frente a grandes empresas que cambian el fondo de McDonalds de rojo a verde para darle un toque más ecológico y seguir engañando al personal. Si no fuera por la sensación de ser una película de aventuras más, cuando en realidad ‘Okja’ es bastante compleja, diría que nos encontramos ante una película de primer orden de Cannes pero como mucho la película respira como un final «cursi» de Spielberg . Disfrutable y entretenida película con un fondo tan oscuro como evidente (al menos en la forma que tiene Ho de plasmar la historia) que está rodada con unos efectos digitales espectaculares y que, sin duda, debería interesar bastante ver a los más pequeños de la casa. En cuanto a los mayores, esta película les servirá para recordar a aquel niño interior que no pensaba en la vida como un sinfín de beneficios. Tierna, pequeña, entretenida y desaprovechada oportunidad de haber hecho algo más grande. El resultado respira sin riesgo de ahogarse.